Así, como la raza canina que le da nombre, podríamos describir este recién abierto restaurante en Madrid en la avenida Concha Espina. El último proyecto de Cousi Interiorismo respira estilo, calidez y amabilidad en su diseño, sus materiales y sus pequeños y encantadores rincones. También en una cocina sencilla y resultona para una comida o una cena informal con amigos.
La firma César Galán, habitual de otros como Saporem o El Escondite, buscando recetas apetecibles, de las de toda la vida, pero con un pequeño giro que las actualiza y con la intención de utilizar buen producto de mercado y de estación que permitirá suculentos cambios a medida que avance el año.
Así, unas tradicionales croquetas pasan a tener otra chispa gracias a la sobrasada y a la miel. Unos clásicos huevos rotos o revueltos toman la forma de una fondue de queso, patata, setas, cebolla crujiente y puntilla de huevo y una sencilla hamburguesa deja de serlo cuando viene de El Capricho, en León, reconocida por la crítica internacional como una de las mejores carnes del mundo. Hay que dejar hueco para el final porque Teckel colabora con la Fundación Aladina, dedicada a ayudar a niños y adolescentes enfermos de cáncer y a sus familias, donando un euro del postre.
Es por todo ello que Teckel pretende marcar la diferencia y hacerse un hueco en el complicado panorama «gastro fashion» madrileño. Está claro que tiene todas las papeletas para conseguirlo, y es que en palabras de sus fundadores se trata de «un proyecto que nace con honestidad, sin pretensiones, con comida rica, al alcance de todos y en un espacio que recupera la esencia de los restaurantes del siglo XX”.
Precio medio: 25 euros
Concha Espina, 55
Tlfn. 91 599 64 00
2 comentarios
Se lo ve bien presentado y con platos interesantes, habra que hacerle una visita para tomar nota.
Aviso a los lectores del blog que este restaurante a fecha 1 de abril 2016 ha debido de cambiar mucho respecto a su apertura. El servicio inaceptable, tardamos 1hora y media de reloj en que nos trajesen los platos principales. Lo peor es que cuando reclamábamos los platos no se ponían ni colorados, por lo que deduzco que es una práctica habitual que tarden tanto. Los aperitivos los trajeron antes del vino (que tardaron en traernos la botella media hora).Muy mal organizados y poco profesionales. La comida no compensó la espera. Raciones realmente escasas, con poca elaboración. Yo pedí picanha y ni llevaba salsa, si guarnición excepto una micropatata cocida y ya lo que remataba es que estaba frio. Para ser justa tengo que decir que la materia prima, esas cinco mini rodajas, eran buenas. El pad thai desconcertante, venia con arroz duro en vez de con fideos de arroz (y en la carta no avisaba que era con arroz en vez de con fideos). Los raviolis tampoco triunfaron y el steak tartar nos lo dieron a probar antes de servirlo para ver si estaba al punto de picante pero debe ser un protocolo para disimular porque nos lo trajeron exactamente igual aunque lo habíamos pedido más picante. Como éramos un grupo grande probamos casi todos los platos y decepcionantes todos. Los postres sí que estaban buenos.
En definitiva, nos arruinó la cena estar pendientes de reclamar nuestra comida en vez de nuestra conversación y cuando llegó no compensó,además nos quedamos con el mismo hambre. Si vais a este restaurante ir cenados de casa.