El tercer Imanol que Miguel Ansorena abrió en Madrid, referente entre los asadores vascos de la capital, evoluciona sin perder su excelente cocina de producto y se convierte en Lakuntza para abarcar a un público joven y añadir una opción más informal de tapeo y copas en barra.
Lakuntza no se aleja de Imanol pero se viste según las tendencias actuales. El espacio es amplio, elegante, dinámico y huye de la tosca apariencia rústica. Ayuda la luz, las paredes y mantelerías blancas y el sobrio mobiliario oscuro repartido en tres salas: dos comedores y un recibidor con mesas altas y taburetes junto a la barra, a modo de gastrobar.
La jefe de sala Soraya Santiesteban atiende e introduce todo lo que podemos probar en Lakuntza. Lleva treinta años en un papel que borda deshaciéndose en simpatía y atenciones. Ella, aparte de la cocina, es uno de los motivos por los que siempre se vuelve a Lakuntza.
Verduras de Navarra, pescados salvajes, carnes de reses criadas por pequeños productores… La atención a la materia prima es la clave de este restaurante en el que no hay disfraces, sino pura y sabrosa tradición del norte de España solo rota por algún apunte como el delicioso steak tartar cortado a cuchillo y preparado delante del comensal.
La zona de bar la protagoniza una carta en versión pintxo con opciones como la mini hamburguesa, los huevos con foie o el rulo de queso de cabra con mermelada de piquillos. Y es que para hacerse a la idea de Lakuntza no es necesario sentarse a un copioso almuerzo. La filosofía de este lugar es estar «entre amigos», eso es lo fundamental, y de ahí la adaptación de cocina y entorno. Lo que cuenta es el disfrute, y en Lakuntza lo ponen muy fácil.
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